INTRODUCCIÓN
El garbanzo es el tercer cultivo leguminoso más importante en el mundo. Su cultivo se remonta a más de 7000 años atrás en el oeste de Asia, habiéndose encontrado indicios de esta actividad de 10.000 años de antigüedad en Turquía (Van der Maesen, 1987). Se reconocen dos tipos de garbanzo cultivado, Kabuli y Desi, cuyas diferencias más importantes se relacionan con características de la semilla, de la planta y del comportamiento a nivel general frente a factores adversos bióticos y abióticos.
El tipo Kabuli presenta semillas de forma redondeada y color crema y un peso de 100 semillas mayor a 25 g, mientras que las 100 semillas del tipo Desi pesan menos de 25 g, tienen forma angular y pueden ser de color verde, negro, amarillo, marrón y también crema. Los Kabuli presentan plantas de mayor altura (hasta 1 m) y sus tallos, hojas y flores no contienen nunca pigmentación antociánica. Por el contrario, el tipo Desi tiene plantas más bajas y, por lo general, presentan pigmentación antociánica.
En el mundo se cultivan aproximadamente 10 millones de hectáreas, por lo que se registra una gran variabilidad en la superficie cosechada y en los rendimientos, mayormente debido a la ocurrencia de sequías durante el ciclo del cultivo. La producción mundial es de aproximadamente 8 millones de toneladas, pero con grandes altibajos en el tiempo. Puede citarse, como ejemplo, el hecho de que alcanzó volúmenes tan contrastantes como 6,7 millones de toneladas en 1990 y 9,5 millones de toneladas en 1999 (Vizgarra et al., 2005).
En los últimos años, los principales productores a nivel mundial fueron Australia, México e India, el primero de ellos con mayor producción en tipo Desi y los últimos en Kabuli. La Argentina se posiciona detrás de estos países, siendo productor de Kabuli principalmente (Garzón, 2013). La superficie sembrada con garbanzo en la República Argentina se mantuvo prácticamente estable entre los años 2001 y 2005, no superando las 2500 ha. En el año 2006, se produjo un pequeño incremento y el área llegó a 4000 ha, posteriormente alcanzando casi 5000 ha en el año 2007. En la campaña 2008 la superficie creció más del 50%, alcanzando las 16.000 ha en el año 2009.
Este crecimiento de la superficie cultivada con garbanzo continuó hasta alcanzar las 40.000 ha en el año 2011 y las 120.000 ha en el 2012 (Vizgarra et al., 2012). En la provincia de Tucumán, el crecimiento que tuvo este cultivo invernal fue muy parecido al observado a nivel país: en el año 2004 se sembraron alrededor de 200 ha, área que llegó a las 28.000 ha en la campaña 2012.
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